El hipopótamo desafinado
Kevin Quitapenas
Es un festín de colores. Con una excelente concepción de movimiento y ritmo en la escena, la compañía teatral “El nudo”, logra una fuerte representación, con una historia conmovedora e imaginativa.
El manejo de los elementos, la rigurosidad en la escena, el equilibrio estético entre el color, el sonido y las texturas, nos transportan a un pequeño mundo creado por la compañía, que durante 40 minutos, nos saca del nuestro, a pasear con sus personajes.
Algo rescatable: En esta obra, hablan los títeres y no así los titiriteros. Aunque los tenemos presentes en toda la puesta en escena, pero se hacen invisibles por esta capacidad de los actores de transponer sus voces, sus cuerpos y sus sentimientos a los muñecos, tanto así que te olvidas que cada muñeco tiene una persona ahí atrás y ese trabajo es rescatable desde todo punto de vista.
Otro elemento técnico a rescatar, que le aportó mucho a la puesta en escena, fue el tema del sonido. Donde notamos una precisión y un diálogo real entre la percepción sonora y el movimiento de los pequeños personajes. Muy bien logrado, otro aplauso para el grupo.
Tal vez, las voces por momentos, rayaban en lo histérico y los muñecos temblaban tanto que llegaban a estresarte, y eso podría ser más controlado por quienes los manipulan. Por ello me encantó el personaje de Tito, que equilibraba en gran medida este hecho, con su parco modo de ser.
Pero la propuesta es buena, los chicos ríen, viven, cantan y se quedan fascinados con los muñecos, lo sé de buena fuente.
Podrán ver a este hipopótamo desafinado en el Centro Cultural de la Cooperación, los sábados a las 16:30.
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