En un
muelle, un pescador cuenta anécdotas a un desconocido con la esperanza de que,
a cambio, el desconocido diga algo. No hay otras vicisitudes. Al igual que un
caleidoscopio, Aviones enterrados en la playa es una construcción regular, un
material que se refleja en función de cómo se mire." Luis Cano
Estos aviones
caen a la playa de nuestro oído para llenarlos de poesía, y ¡se agradece!
De entrada el
universo que se nos presenta es muy mágico, el relato –por denominarlo de
alguna manera- emerge del fondo marino para respirar un poco de la mano de un
personaje que puede ser percibido desde una función de narrador, y volver luego
a sumergirse en el mar para flotar entre boca y boca, así nos hundimos a gusto
con la presencia del vacío y de la poseía escénica.
Tanto las
palabras que pueblan este universo, como el lenguaje corporal, musical y
estético; nos hablan de que existe aquí una verdadera apuesta que no teme a
experimentar y arriesgarse en el juego del lenguaje, los ritmos y sonidos.
Además de la pulcritud y orden de la puesta en escena.
Por su parte, el
elenco sabe muy bien transcribir la esencia de la pieza, aportando con lo mejor
de su talento y oficio, esto hace que el viaje sea cautivante y no azaroso; por
lo general existe una especia de “reticencia” o “miedo” a lo poético, pues se
le lee desde el prejuicio que la liga con lo hermético. Sin embargo, esto no
sucede en AVIONES ENTERRADOS EN LA PLAYA, el juego de los actores hace de éste
un viaje que fluye por los senderos de la palabra, cuya poesía apela a un
imaginario que abre mundos despertando nuestra imaginación.
Federico
González Bethencourt, Francisco Grassi, Leonardo Murúa, Román Lamas, Mauricio
Minetti son actores muy astutos, predispuestos a hundirse y ahogarnos en este
mar de sentidos. Es increíble el juego latente que fluye entre ellos por medio
de la presencia, la atención y de no caer en lugares comunes para encontrarse
con los hechos, las palabras y ¡se agradece!
Desde un tiempo
hasta ahora, la poesía ha estado bastante alejada del teatro, el diálogo fue el
que se impuso, un dialogo coloquial, cotidiano, marcado de “realismo”. Por
ello, el que aparezca una propuesta que se plantea enfrentar o encontrarse con
el desafío teatral tomando como punto de partida el uso de la poesía y su
inconmensurable poder creador, es algo que se aprecia; puesto que nutre la
escena local y nos hace conectarnos con una parte esencial de lo humano,
aquella que no se explica pero que siente.
Este hermoso
trabajo para disfrutarlo con todos los sentidos está los domingos a las 21:00
horas en NoAvestruz, espacio de cultura, Humboldt 1857. Reservas a: 4777-6956 ó
reservas@noavestruz.com.ar
Elenco:
Federico
González Bethencourt, Francisco Grassi, Leonardo Murúa, Román Lamas, Mauricio
Minetti
Diseño
de iluminación: Ricardo Sica
Dirección
de voces: Tian Brass
Música:
Federico Marrale
Escenografía
y vestuario: Mercedes Arturo
Fotos:
Paola Toriano
Piezas
gráficas: Laura Rovito
Producción
ejecutiva: Alejo Sambán
Producción
artística: Constanza Balsátegui
Coordinación
de producción: Gabriel Cabrera
Asistencia
de escenario: Diego Becker
Asistencia
de dirección: Micaela Picarelli
Dramaturgia
y dirección: Luis Cano
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