Trascendencia de una cultura.
Por: SATINE
Donde el pasado fantasmagóricamente testimonia lo que el presente genera como pensamiento dramático.
Curupayty, es una experiencia conmovedora que propone un acercamiento a la devastación del pueblo paraguayo como consecuencia de su participación en la guerra de la Triple Alianza. La puesta de la obra se constituye como una imagen viva del campo de batalla, donde los cuerpos ya fragmentados, luchan por la trascendencia de su cultura. La sensorialidad de cada escena, lograda a partir de la elección y combinación de diversos sonidos, potencia el clima de guerra y sumerge al espectador en un ritmo variable que se modifica de acuerdo al grado de tensión que exige la escena.
Molina, captura la esencia del suceso histórico y trabaja en varios planos para trasladar dicha esencia a la puesta de la obra. Propone un clima donde el silencio es transgredido por sonidos tales como el impacto de una pisada en la superficie de paja, el eco de un quejido desgarrador, el golpe seco de una lanza, el traslado de un cuerpo sin vida; paralelamente a estos sonidos que se diluyen y se reiteran en acciones concretas, se percibe con claridad, el sonido del arpa y la cadencia propia de la lengua Guaraní que fluyen intensamente sin interrupciones y representan lo autóctono del pueblo paraguayo, como símbolo inalterable de la herencia cultural. Por otro lado, se apropia del espacio implementando determinados mecanismos que instalan a los actores en escena y promueven una secuencia de desplazamientos que se llevan a cabo a través de movimientos sutiles y precisos. Éstos generan un efecto de rotación que convoca al portador de la palabra y se alteran a medida que aumentan los cuerpos sin vida. El espacio sufre distintas modificaciones que derivan del cambio en la disposición de los cuerpos. La posición y el estado de éstos se transforman durante el transcurso la obra; se pierde el equilibrio en el momento en que se percibe que la cantidad de hombres muertos supera a la de hombres vivos. Se reclama un estado inicial que nunca podrá ser recuperado. Al finalizar la obra, se distinguen en escena dos mujeres, que ahogadas en la desesperación, extienden su mirada por encima de los hombres caídos.
Los actores transmiten la tristeza, la desesperación, y la impotencia que les genera la situación de guerra a la vez que se mantienen firmes proyectando la valentía y los ideales de su pueblo. Las escenas parecieran estar enmarcadas por la narración de un actor, Mario Alfano, que mantiene cierta distancia respecto del derramamiento de sangre y asume el rol de historiador. Tiene por objeto contextualizar los hechos, enunciar las internas políticas y ofrecer la certeza en la que se constituye la historia oficial. Esta mirada se pierde en la intensidad de los actores que reconstruyen los sucesos desde el campo de batalla y le proporcionan sus testimonios al espectador, invitándolo a vivir la guerra desde adentro.
Gran parte de la obra es hablada en Guaraní, lo que resulta muy interesante y útil a la vez para afirmar después de una experiencia así, que más allá del significado literal de las palabras, hay algo que trasciende esa convención, que es, en este caso, la sensación, emoción o sentimiento que nos transmiten el actores