16 feb 2009
MÁS SOBRE LARRY
LA NOCHE EN QUE LARRY KRAMER ME BESÓ
POR KEVIN QUITAPENAS
Una poderosa actuación de David Van de Couter. Quien encarna a un homosexual lleno de dudas, broncas y sueños. El actor te envuelve en diversos mundos y sub mundos urbanos donde aquellos que llamamos putos, se reúnen y protestan por sus derechos, mantienen relaciones sexuales y manifiestan su naturaleza tan humana como la de cualquiera.
David Van de Couter, es un actor, con un excelente manejo de su cuerpo y de su voz. Capaz de “sudar la camiseta” en el escenario y entregarse de pleno a su trabajo.
Noto un texto nacido de lo más visceral del autor, quien no repara en ser crudo, explícito y tremendamente mordaz al momento de declarar que la homosexualidad no es una enfermedad y que la verdadera enfermedad, el SIDA, es la que debe ser erradicada y atacada.
La construcción de los espacios propuestos por el texto, se los hace con un inteligente juego de luces, sonidos y sombras, ante una clara mano de alguien que conoce lo que es el equilibrio en el color, y el manejo de la estética en un espacio vacío.
Tal vez un final un poco extendido, con una narrativa que no necesita ser tan larga y explicativa y una luz de velas que rompen en gran medida con la propuesta estética general.
Pero ahí está el grito, ahí está el alma del actor quien a través del texto de David Drake, que utiliza casi como un pretexto, nos incita a tomar acción, decir NO a la absurda discriminación y decir SI a la lucha contra la peor enfermedad que aqueja a la raza humana: El sida.
“Porque el SIDA se alimenta de la mezquindad, del egoísmo y de la estupidez del hombre”, esta me parece una gran forma de actuar en respuesta.
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