SPLATTER
ROJO SANGRE
ROJO SANGRE
Colaboración: Kevin Quitapenas
Me parece que es un riesgo, intentar completar y hacer coherente una propuesta cuya finalidad parece ser: hacer comedia de lo macabro. Pero en Splatter, rojo sangre, Daniel Dalmaroni junto a un excelente elenco, lo logran con 5 estrellas de puntaje.
La palabra que mejor describe la propuesta es: coherencia. Las actuaciones son coherentes con una propuesta tan cercana al Cine llamado clase B, ya que los códigos actorales que utilizan son propios de una comedia absurda, llena de humor negro que nace no solo del texto o las situaciones, sino del gesto, el cuerpo y las intenciones y emociones de cada actor. Rescato la actuación de Jorge Brambati, tanto por su capacidad de comediante, como por su capacidad de sostener su papel en cualquier situación que la propuesta le plantea.
La escenografía y la iluminación también son coherentes con la propuesta, unas cuantas sillas y unas luces crudas hacen más que suficiente para un grupo de auto ayuda, tan disfuncional como ese. No necesitamos más efectos de luz y escenográficos, cuando la propuesta se sostiene en las actuaciones y en el texto.
Los efectos sangrientos fueron los mejores y los peores, me explico: coherentes con un código de cine clase B de terror y lo suficientemente irreales como para brindar la comicidad y llevar a la risa al espectador. De esta coherencia surge que uno no pare de reír cuando Brambati vuelve del baño sin parar de vomitar sangre y quien sabe que cosas más, si la propuesta no fuese tan coherente posiblemente esta escena sería un fiasco y de mal gusto. Pero en el marco de esta obra, es perfecta.
Por ese riesgo tomado, las actuaciones, la capacidad de imaginar más allá de lo real y lograr que nos riamos de lo atroz, Splatter es de lo mejor que he visto este año.
Disfrútenla en Beckett Teatro, Guardia Vieja 3556, los jueves a las 22:00
La palabra que mejor describe la propuesta es: coherencia. Las actuaciones son coherentes con una propuesta tan cercana al Cine llamado clase B, ya que los códigos actorales que utilizan son propios de una comedia absurda, llena de humor negro que nace no solo del texto o las situaciones, sino del gesto, el cuerpo y las intenciones y emociones de cada actor. Rescato la actuación de Jorge Brambati, tanto por su capacidad de comediante, como por su capacidad de sostener su papel en cualquier situación que la propuesta le plantea.
La escenografía y la iluminación también son coherentes con la propuesta, unas cuantas sillas y unas luces crudas hacen más que suficiente para un grupo de auto ayuda, tan disfuncional como ese. No necesitamos más efectos de luz y escenográficos, cuando la propuesta se sostiene en las actuaciones y en el texto.
Los efectos sangrientos fueron los mejores y los peores, me explico: coherentes con un código de cine clase B de terror y lo suficientemente irreales como para brindar la comicidad y llevar a la risa al espectador. De esta coherencia surge que uno no pare de reír cuando Brambati vuelve del baño sin parar de vomitar sangre y quien sabe que cosas más, si la propuesta no fuese tan coherente posiblemente esta escena sería un fiasco y de mal gusto. Pero en el marco de esta obra, es perfecta.
Por ese riesgo tomado, las actuaciones, la capacidad de imaginar más allá de lo real y lograr que nos riamos de lo atroz, Splatter es de lo mejor que he visto este año.
Disfrútenla en Beckett Teatro, Guardia Vieja 3556, los jueves a las 22:00
No hay comentarios:
Publicar un comentario