DESAFÍO LÚDICO
Por: SATINE
“Una de las mucamas del hotel de la avenida tiene un hijo inteligente y está preocupada. Además tiene otras cuatro hijas mujeres que funcionan como hijas y sobrinas, como primas y nietas con sus respectivas relaciones parentales.
Las cuatro hijas mujeres, de una de las mucamas del hotel de la avenida, evocan a su padre ausente con un muñeco al que hacen vivir dentro de la réplica de una ciudad rusa que hicieron con las cajas de un medicamento que usan para las enfermedades de su piel.
El hijo inteligente, de una de las mucamas del hotel de la avenida, abandona definitivamente la práctica de la escritura al cumplirse la hora cero de su decimotercero año de vida y, decidido, se aboca a la talla y coloreo de vistosos ideogramas que representan lo que él mismo dio en llamar mi pensamiento abstracto puro.”
Esta obra nos propone utilizar el humor y la parodia como recursos válidos para referirnos a aquellos sucesos que causan dolor. En vez de caer en la depresión y pensar que todo podría haber sido distinto, la risa surge como alternativa para enfrentar la desgracia. Explotando al máximo la capacidad de imaginar, de proyectar, de especular y de desear es posible otorgar consistencia y legitimar mediante una lógica autónoma e irreproducible, una realidad que resulta ser más tolerable que la habitual.
Diego Brienza nos ofrece una puesta muy atractiva, confeccionada a partir del detalle exhaustivo. Es interesante advertir la selección y distribución de pequeños objetos que otorgan sentido a la cotidianeidad en la que están sumergidos los personajes. En el centro del escenario, acapara la atención del espectador, una maqueta, que es la fiel representación del imaginario de las hijas. Luces, colores y esperanzas titilan en ésta ciudad en miniatura que aparenta ser más prometedora que la realidad circundante. Fue construida con absoluta delicadeza por quienes han dedicado su tiempo y han encontrado una alternativa para escapar al dolor. Esa obsesión por alcanzar la perfección extrema que se visualiza en la prolijidad del detalle, se corresponde con la obsesión de la ausencia paterna y la configuración de una vida a partir de esa falta.
El espacio está divido en tres partes, a través de las cuales se alude de distinta forma a una única realidad que remite con insistencia, al vacío que dejó el padre. Una de esas perspectivas la proporciona la madre (Andrea Jaet), que tiñe su discurso con una tenue melancolía, evitando así caer en una manifestación desmedida e insólita producto de tantos años de incertidumbre, de soledad y sobre todo, de abandono. Su visión está impregnada de dolor y resentimiento. Por otro lado, están las hijas, ofreciendo una mirada que concilia la imaginación, la frustración del presente y sus propios deseos. A través de distintas asociaciones, ocurrencias e hipótesis que están próximas a considerarse delirios, consolidan un universo simbólico donde es posible encontrar la respuesta a cada interrogante y vivir en una especie de ensoñación con el fin de disminuir el sabor amargo de dicha ausencia. Dedican todo su esfuerzo en la constitución de ésta realidad paralela que se materializa en la maqueta diseñada y construida por ellas mismas. Sus acciones, pensamientos y sentimientos giran en torno a los sucesos que allí tienen lugar. La otra mirada es la del hijo inteligente, que se ubica en otro plano, observa la realidad desde arriba, manteniendo una distancia prudente con su entorno y concibiendo la falta del padre desde una perspectiva racional. Estos tres sectores claramente delimitados se quiebran con la llegada del padre (Eduardo Peralta), quien irrumpe en el espacio con un rostro que condensa el paso del tiempo y escenifica el único presente.
Las actuaciones están en consonancia con esa parte de la totalidad que les toca representar a cada uno. Las hijas se desplazan en el espacio mediante movimientos coreográficos que coordinan con precisión y naturalidad. Parecieran constituir un único bloque que irradia color, alegría y que sumerge al espectador en un ritmo vertiginoso. Sus cuerpos están dotados de cierta mecanicidad que ordena el discurso y las acciones. Èsto se identifica mediante determinados hábitos y modos de juego, que hacen a la dinámica propuesta. Por más absurdo que parezca, reafirman con una sonrisa en el rostro e implementando diversos gestos, la intención de burlarse de su propia desgracia a la vez que evidencian la satisfacción que les genera su elección. El padre altera el equilibrio que se ha logrado instaurar a partir de su ausencia a la vez que desvanece la idealización que sus hijas hicieron de él. Llega deteriorado por el paso del tiempo; no se parece ni en lo más mínimo al muñeco con el cual fue representado. Es ajeno a la realidad en la que se inserta y se expresa con un lenguaje residual que mezcla varias lenguas y que es difícil de decodificar. Lo que prevalece en este intento de comunicación es la intención; la cual es reconocida por toda la familia. Es una interpretación muy bien lograda que pone de manifiesto el deseo de adecuación y el interés por recuperar el tiempo perdido.
Los viernes a las 23:15 en Beckett Teatro, Guardia Vieja 3556, reservas al 4867-5185, o http://www.unafamiliadentrodelanieve.blogspot.com
Carla Vidal
Voz en Off: Jesús Villegas
FICHA TÉCNICA
Vestuario: Cecilia Zuvialde
Escenografía: Cecilia Zuvialde
Diseño de utileria: Cecilia Zuvialde
Diseño de luces: Mariano Arrigoni
Realización de dispositivos lumínicos: Mariano Arrigoni, Guillermo Dramisino
Fotografía: Jorge Marino
Diseño gráfico: Bárbara Delfino
Asistencia de escenografía: Andres Rasdolsky
Asistencia de dirección: Gonzalo Uva
Prensa: Carolina Alfonso
Colaboración general: Vìctor Salvatore
Coreografía: Barbara Hang
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