La prótesis
Lo oscuro y el silencio
Kevin Quitapenas
Lo oscuro y el silencio
Kevin Quitapenas
Una propuesta estética que me daba la sensación de estar viendo una película independiente cuya locación es un sótano, con las características de un antro y sin embargo nos encontramos en el consultorio de un dentista.
Un juego de luces muy interesante, utilizando elementos en escena para crear la iluminación principal. Estéticamente muy bien jugada.
A nivel dramatúrgico es una historia muy digerible, una estructura igualmente sencilla y fundada, coherentemente, en principios de inicio, nudo y desenlace. Una dramaturgia que va creando una espiral de situaciones que poco a poco uno sabe, como espectador, que sólo pueden ser resueltas desde lo fatal. Un hecho realmente fatal debe suceder para salir de esta espiral de violencia contenida y de perturbación.
Por otro lado, la puesta en escena es igualmente efectiva. Los actores manejan códigos de actuación casi cinematográficos y por lo mismo a momentos no logré entender lo que decían en su totalidad, puesto que el susurro, el silencio y el misterio priman en toda la puesta. Uno de los aspectos que más rescato fue la capacidad de Natalia López, de lograr transmitirme dolor físico, esa sensación de estremecimiento y de que algo en tu columna se retuerce cuando ves a alguien sometido a una tortura que sabes es dolorosa, la actriz lo logra con el gesto y la actuación. Otro punto a rescatar fue la capacidad de fluidez entre el sueño y la realidad, sin grandes efectos, sino apoyándose en el texto y en la corporeidad de los actores.
En resumen, una buena propuesta, con canto de ópera, dentistas demacrados y esposos violentos. En el Camarín de las Musas a las 23:15, los días viernes.
Un juego de luces muy interesante, utilizando elementos en escena para crear la iluminación principal. Estéticamente muy bien jugada.
A nivel dramatúrgico es una historia muy digerible, una estructura igualmente sencilla y fundada, coherentemente, en principios de inicio, nudo y desenlace. Una dramaturgia que va creando una espiral de situaciones que poco a poco uno sabe, como espectador, que sólo pueden ser resueltas desde lo fatal. Un hecho realmente fatal debe suceder para salir de esta espiral de violencia contenida y de perturbación.
Por otro lado, la puesta en escena es igualmente efectiva. Los actores manejan códigos de actuación casi cinematográficos y por lo mismo a momentos no logré entender lo que decían en su totalidad, puesto que el susurro, el silencio y el misterio priman en toda la puesta. Uno de los aspectos que más rescato fue la capacidad de Natalia López, de lograr transmitirme dolor físico, esa sensación de estremecimiento y de que algo en tu columna se retuerce cuando ves a alguien sometido a una tortura que sabes es dolorosa, la actriz lo logra con el gesto y la actuación. Otro punto a rescatar fue la capacidad de fluidez entre el sueño y la realidad, sin grandes efectos, sino apoyándose en el texto y en la corporeidad de los actores.
En resumen, una buena propuesta, con canto de ópera, dentistas demacrados y esposos violentos. En el Camarín de las Musas a las 23:15, los días viernes.
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