Pero el mundo era tan feo que nadie tenía ganas de levantarse de entre los muertos.
“El imaginario proviene del circo: un circo gris y negro. Mezcla de zapatones y de borceguíes. Un frac, una panza postiza. Alguna cara entalcada. Paredes negras. Un sillón contra la pared. El piso es negro.”
“Coquetos Carnavales” es como intentar explicar razonablemente un baile; una baile personal; un baile de los muertos que cargamos hasta nuestro deceso. “Coquetos Carnavales” no es una propuesta experimental, sino una búsqueda dentro del dispositivo teatro, con el propio mecanismo que éste permite para llegar a la teatralidad.
“Coquetos Carnavales” de Luis Cano propone rehacer el teatro desde la poesía, utilizando el juego de un diálogo constante entre lo apolínico y lo dionisíaco. Los personajes cuentan, bailando y jugando, sus propios decesos, su propia fiesta dionisiaca, sus traiciones, sus encuentros con el enemigo en vida que será el enemigo y compañero en muerte, etc. Cada uno de ellos son un peso más que deben cargarse para siempre. Cada cuerpo emancillado siempre responde consecuentemente al llamado de la muerte, sin esperar nada, es cíclico y repetitivo cuando el tiempo no existe.
La violencia y las traiciones están siendo jugadas desde el imaginario, donde no hay elementos reales, golpes reales o excesos hacia el ajeno cuerpo receptor del dolor. Ahí, donde las metáforas de la muerte en el teatro y el indice en escena –que ya no es una tela, una flor, o una fruta roja-, son mostradas por cuerpos presentes cubiertos con polvo blanco y con cenizas, ahí está la poesía teatral de la puesta en escena de Cano; en el juego del espacio, en el silencio, en la teatralidad y el expresionismo que los actores desbordan; en los muertos que salen de la luz para hundirse en la oscuridad o en la eterna pelea y magnetismo que se tienen.
En lo personal, como siempre sucede en un comentario, una crítica o una razonamiento
–después las justificaciones tienen que “sonar” a intelectual o a letrado-, puedo decir que a nivel visual y auditivo me gustó mucho -desde el funcionamiento y la presencia de las palabras, las imágenes teatrales, hasta los distanciamientos, las expresiones corporales y escénicas de la puesta-; pero, a nivel corporal me aburrió. Es decir, la parte más dionisíaco de mi ser estaba más ocupada buscando una comodida en la butaca, que prestar atención a lo que sucedía en escena. Esto no quiere decir que “Coquetos Carnavales” está mal hecho, al contrario, es un trabajo profesional, con mucho oficio y entrega por parte de todo el equipo, pero algo faltó... ¿vida?
“Coquetos Carnavales” está de jueves a domingo a las 21:00 en Teatro Sarmiento. Av. Sarmiento 2715.
“Coquetos Carnavales” de Luis Cano propone rehacer el teatro desde la poesía, utilizando el juego de un diálogo constante entre lo apolínico y lo dionisíaco. Los personajes cuentan, bailando y jugando, sus propios decesos, su propia fiesta dionisiaca, sus traiciones, sus encuentros con el enemigo en vida que será el enemigo y compañero en muerte, etc. Cada uno de ellos son un peso más que deben cargarse para siempre. Cada cuerpo emancillado siempre responde consecuentemente al llamado de la muerte, sin esperar nada, es cíclico y repetitivo cuando el tiempo no existe.
La violencia y las traiciones están siendo jugadas desde el imaginario, donde no hay elementos reales, golpes reales o excesos hacia el ajeno cuerpo receptor del dolor. Ahí, donde las metáforas de la muerte en el teatro y el indice en escena –que ya no es una tela, una flor, o una fruta roja-, son mostradas por cuerpos presentes cubiertos con polvo blanco y con cenizas, ahí está la poesía teatral de la puesta en escena de Cano; en el juego del espacio, en el silencio, en la teatralidad y el expresionismo que los actores desbordan; en los muertos que salen de la luz para hundirse en la oscuridad o en la eterna pelea y magnetismo que se tienen.
En lo personal, como siempre sucede en un comentario, una crítica o una razonamiento
–después las justificaciones tienen que “sonar” a intelectual o a letrado-, puedo decir que a nivel visual y auditivo me gustó mucho -desde el funcionamiento y la presencia de las palabras, las imágenes teatrales, hasta los distanciamientos, las expresiones corporales y escénicas de la puesta-; pero, a nivel corporal me aburrió. Es decir, la parte más dionisíaco de mi ser estaba más ocupada buscando una comodida en la butaca, que prestar atención a lo que sucedía en escena. Esto no quiere decir que “Coquetos Carnavales” está mal hecho, al contrario, es un trabajo profesional, con mucho oficio y entrega por parte de todo el equipo, pero algo faltó... ¿vida?
“Coquetos Carnavales” está de jueves a domingo a las 21:00 en Teatro Sarmiento. Av. Sarmiento 2715.
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