6 jul 2010

MARÍA ISABEL BOSCH


TEATRISTA DE LA DIÁSPORA DOMINICANA RESIDENTE EN BUENOS AIRES

"Soy mujer fascinada con la experiencia reciente de convertirme en madre. Soy muy feliz."



Luego de presentar con éxito CONTANDO A MI ABUELO, María Isabel Bosch vuelve a adaptar un cuento del gran escritor y ex presidente dominicano JUAN BOSCH, considerado uno de los precursores del realismo mágico. LA MUJER nos habla del círculo vicioso en el que hoy se encuentran millones de mujeres que sufren la violencia doméstica.



N.S: Por el momento, a parte del trabajo de su abuelo, Juan Bosch ¿qué libro, película, revista y música le encantó o le llama la atención?, ¿por qué?

M.I.B:

Libro: “El infierno prometido” de Elsa Drucaroff, Me gustó mucho la historia. El tráfico de mujeres polacas para la explotación sexual hacia la ciudad de Buenos Aires. Esta novela, me atrapó, me encantó cómo está escrita, la descripción de las situaciones, de los personajes.

Revista: “AdeTeatro”. Es una revista de los directores de Escena de España, aquí la he conseguido y me gusta, porque aparte de enterarme de toda la actualidad escénica de Europa, vienen muchos escritos sobre distintos rubros del mundo del teatro.

Película: “El rey de las máscaras” Trata un artista ambulante, en China. El talento de este artista consiste en trasmutar su rostro una y mil veces, cambiándose unas máscaras con asombrosa velocidad. ¿Cómo lo hace? Ahí está su magia, su misterio, su saber. Las máscaras son tan bellas como las performances,. Pero Wang, el artista, está preocupado. Ya es anciano, su hijo único murió veinte años atrás y no tiene sucesores a la vista. Su saber es familiar, tradicional, no puede ni quiere transmitírselo a cualquiera. Y teme que se extinga con él. La solución es adoptar un niño. Pero en la China de los años '30 los varones adoptables no abundaban. Consecuencia del machismo milenario –y de las guerras y el sistema laboral–, nadie entregaba un hijo fácilmente. El propio Wang, que no es ajeno a ese machismo, busca un varón. Y creerá encontrarlo en Gou Wa, una niña de ocho años que le es vendida por su padre en plena calle. Me gustó la película, porque el ambiente está muy bien logrado. La habilidad del realizador Tiang-Ming Wu para retratar las callejuelas de Sichuan se parece a la de tantos directores iraníes para delinear las suyas propias. Lo que se ve es real y, al mismo tiempo, exótico. Algo parecido ocurre con los personajes, con lo que la compraventa de niños, que está expuesta como la cosa más natural del mundo, se impone de manera inquietante.

Música: En estos días ando fascinada con Ryuichi Sakamoto y su álbum 1996. Me encanta una pieza que se llama “Bibo no aozora”. Me gusta porque me trasporta a rincones del alma en donde me habitan unas sensaciones que todavía tengo que descifrar.



N.S: ¿Cómo llegó a la escena? Es decir, ¿cómo llegó a hacer teatro?

M.I.B: Cuando tenía ocho o nueve años vi por primera vez una obra de teatro, creo que era el Don Juan Tenorio, no estoy segura. Era una función para adultos y entramos con mi abuela a verla… Quedé fascinada… me di cuenta que yo quería ser la que contara historias de esa forma… al poco tiempo entré a estudiar teatro y nunca dejé de hacerlo.


N.S: ¿Su estética de trabajo cómo la define?

M.I.B: Con mi grupo, Tibai Teatro, venimos trabajando hace unos años. Hasta ahora estoy en una búsqueda centrada en el trabajo del actor.

Él es el centro, por eso con el grupo no trabajamos, por el momento, ni con escenografía, ni un espacio definido, ni mucho vestuario. Lo que queremos es que uno pueda llegar a cualquier espacio y adaptarnos a las condiciones y posibilidades y poder hacer la función porque en realidad el hecho teatral se produce gracias a la relación que ese intérprete establece con ese público.


N.S: ¿La selección del material cómo llega a definirlo? ¿Cómo decide que material puede trabajar escénicamente más que otros?

M.I.B: Porque hay una necesidad de compartir eso. Porque muchas veces son cosas que me corroen por dentro y tengo que compartirlas. Y es el teatro la forma que encontré para conocerme y tratar de ser mejor persona.


N.S: ¿Qué o cuales son los primeros impulsos o pulsiones para comenzar un nuevo proceso de trabajo?

M.I.B: Cuando siento esa necesidad de compartir eso que me conmueve me inquieta.



N.S: ¿el proceso o forma de hacer los ensayos, cómo los lleva y los encara?

M.I.B: El período de ensayos es muy importante y fascinante y a la vez angustiante, porque todo son dudas… Aunque lo disfrutamos mucho… que hermosa paradoja.

Solemos tener ensayos de cuatro horas como mínimo, regulares, por la mañana.


N.S: ¿Cómo fue la transposición de "lenguajes" o códigos de una obra literal a escena?

M.I.B: Estamos descubriendo esta forma de trabajar. Resulta fascinante crear una dramaturgia del actor a partir de textos literarios. Sí, es cierto que primero hago una selección de cuáles palabras vamos a usar, qué queda, qué sale, pero realmente el trabajo dramatúrgico y de montaje se va dando simultáneamente a partir de cada ensayo.



N.S: ¿Por dónde realiza la exploración de su trabajo?

M.I.B: No hay nada definido… Pero sí es cierto que hasta ahora estamos muy agarrados al texto, a la historia, a lo que queremos contar.

Esto no quiere decir que no hagamos improvisaciones (ésas son fundamentales, herramientas para descubrir al personaje, a la misma historia, a lo que queremos expresar con el cuerpo).

Pero a Tibai Teatro le preocupa mucho lo que tiene para decir con cada montaje.


N.S: ¿Los impulsos, la gesta de las imágenes, la poética escénica, cómo la va construyendo?

M.I.B: La música es fundamental. Hay veces que tengo una pieza y todavía no sé para qué la voy a usar y justo coincide con el material que hemos elegido. Otras veces tenemos el material, y escucho algo y entonces comparto con mis compañeros, “¡¡¡uy, ésa es la música para nuestra historia!!! " Y coincidimos. La construcción de la poética en general se va dando “chin a chin” (como se dice en mi tierra poquito a poco) en cada ensayo.



N.S: ¿Un ensayo en particular?

M.I.B: Ese ensayo, en los que me siento bastante gris antes de empezar, y cuesta tener la disciplina para encararlo… ¡Qué maravilla cuando se termina ese ensayo y salgo radiante como un sol!… Esos ensayos que nos transforman y que nos vuelven los ojos como los de un niño, llenos de luz.


N.S: ¿Qué o cómo define la relación y el vínculo con su Abuelo?

M.I.B: Mi abuelo me llamaba su nieta artista. Desde pequeña estuvo pendiente de mis escritos, de mis representaciones en obras infantiles. Solíamos encontrarnos mucho en actividades culturales a las que me llevaba mi madre: conciertos, exposiciones, tertulias, y no importaba quien fuera la persona con la que él estuviese hablando, ya que en el momento que me veía, pedía permiso para abrazarme y besarme con la calidez de un abuelo querendón.


N.S: ¿Tiene alguna anécdota famliar para contarnos?


M.I.B:Podría contarte centenares, sin embargo, pienso mucho en una anécdota de su último tiempo, una anécdota tonta que muchos catalogarían de locura y que sin embargo a mí me reconfirmó la amplitud de conciencia de este insigne hombre llamado Juan Bosch y que la vida me dio el honor de ser la nieta. Era el año 2000, yo había ido a Dominicana con el pelo color fucsia y media ciudad de Santo Domingo, por no decir entera, estaba peleada con el color de mi pelo. Yo había tenido que teñirlo así por un personaje que me tocaba interpretar en aquel tiempo. Todos me cuestionaban el tono escandaloso de mi cabellera y me hacían la misma pregunta: ¿por qué no usaba una peluca?... en fin, que cansada de que me gritasen barbaridades: en la calle, amigos, familiares, etc., una tarde voy a ver al abuelo y le llevo unas flores. Hacía rato que hablábamos con Diego, mi esposo que ese día me acompañaba, sobre los colores de las flores, la vida… hasta que vino la pregunta de abuelo: ¡¡¡Pero bueno!!! ¡¡¡¿Y ese pelo de ese color?!!! Y yo cansada de que éste era el tema central de todas mis últimas conversaciones le contesto agobiada con otra pregunta: ¿Qué pasa abuelo, no te gusta? Y el rápidamente me sorprende diciendo: “¡¡No , mi amor, todo lo contrario, eso es una cosa hermosa. Es más, todo el mundo debería tener el pelo de ese color!!” Ya te imaginarás que después de esa tarde con mi abuelo, cada vez que alguien se fijó en mi pelo… me sentí liberada.

Otra anécdota que solía contarme él, era que su primer cuento, (justo el que hemos usado para el espectáculo que tenemos en cartel) lo escribió cuando se disponía a escribir una carta un querido amigo. Tomó su papel, colocó el encabezado, las palabras “querido Mario, dos puntos…” Y todo el contenido de esa supuesta carta fue ese cuento ejemplar de la literatura dominicana intitulado: “La Mujer”.


Para conocer y re-encontrarse con su trabajo y los escritos de Juan Bosch está "La Mujer", los domingos a las 19:00, en Teatro Silencio de Negras, Calle, Luis Sáenz Peña 663. Reservas al 4381-1445


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