18 jun 2011

JAULA PARA 4


El Desgarre de los deseos

Vivimos entre la chatarra, el cáncer es nuestra medicina, bebemos y comemos nuestros excrementos, nos revolcamos en la putrefacción de la tierra, escuchamos los gritos de terror sin pena y no nos enojamos ni con 15 puñaladas encima. Definitivamente Vizconde, al público le va a gustar nuestra felicidad.

Atentamente, su amiga.

La Marquesa.

Obra inspirada en el libro: Las amistades peligrosas de Chordelos de Laclos y Cuarteto de Muller.


“Jaula Para Cuatro”, escrita y dirigida por Javier Soria, expone la violencia del deseo, materializa la oscuridad de los espíritus que se van presentando, transforma el amor y el odio en objetos, todo en un abstracto juego de poder y de puesta en escena.


“Jaula Para Cuatro” nos muestra unos personajes oscuros, que están hechos de la misma materialidad que los rodea. Personajes que tienen un juego perverso y constantemente están al acecho del dolor ajeno, de la diversión del momento. Personajes siniestros construidos con mucha energía por parte de Sherry Denis y Nibaldo Maturana; actores con mucha presencia, dispuestos a todo por el juego propuesto.


En “Jaula Para Cuatro” no hay lugar para el descanso, desde el momento en que uno se sienta y se apagan las luces el espacio, la música y el clima gestante llenan completamente todo los sentidos. Un espacio minimalista, deteriorado, con una estética “futurista apocalíptica”, símil a un basurero de acero. Un lugar que se va transformando desde el cuarto de una virgen hasta la oficina de una Marquesa. Un espacio que respira junto a los personajes.


“Jaula Para Cuatro” es una extraña obra para la escena porteña, pero es una propuesta para un domingo a las 20:30 en el Teatro El Espión, Sarandí 766, reservas al 4943-6516


Ficha técnico artística

Autoría: Javier Soria
Actuan: Sherry Denis, Nibaldo Maturana
Vestuario: Mariana Arzola
Escenografía: Johanna Vanesa Ward
Música: Claudio Cabello
Operación de luces: Ana Siniego
Fotografía: Davide Casali
Diseño gráfico: Natalia Pena

14 jun 2011

EL DIARIO DE CARMEN


La búsqueda de una voz incesante

No hice una obra de teatro ´acerca de´ un diario íntimo; me planteé las condiciones potenciales que ofrecía un diario íntimo para la experiencia del teatro.

El diario íntimo es un espacio donde el que escribe se representa a sí mismo. Donde cuenta qué hizo, qué le pasó, pero a la vez no es fácil saber qué grado de ficción interviene ahí.

¿Es acaso un monólogo?

Hay además un hipotético lector, un espectador cómplice de poder descubrir y espiar todo lo que hallara escrito…

En mi obra tomé un diario íntimo (´El diario de Carmen´) como si fuera una escena. De manera que Carmen tiene un dominio arbitrario del lugar y puede repetir a voluntad momentos del día, cambiar finales, hacer variantes sobre lo que padeció...

La costumbre de hacer anotaciones cotidianas tiene hoy también la forma pública del blog. En mi obra usamos el modelo previo, el cuaderno físico. Sospecho que esa forma de soledad es distinta, aunque sigua encontrando espectadores que se vinculen ¿desde el propio retraimiento?

No elegí como protagonista a una mujer, no recuerdo cómo resultó tener esa voz, el nombre ´Carmen´, y hasta el sobrenombre que no le gusta que le pongan… Solo sabemos de ella en base a pocos elementos que hay en su diario, algunos rasgos cotidianos que en la obra no están en primer plano. Que vive en un barrio, que trabaja hasta las 5 de la tarde en una empresa que ´tiene muchos pisos´, que le gusta caminar y aprender el nombre de las calles, que toma subte, que se sienta en una plaza que queda atrás de un supermercado, que para en un bar en una esquina por donde pasa una línea de colectivos, que vive en una casa a la que se entra por un pasillo... Lo vital es que antes del inicio de la obra (uno o dos meses antes) vio un accidente en la calle.

Pienso que en las obras teatrales hay muchos y diversos temas. En ´El diario de Carmen´ empezamos (al ver el espectáculo) con una casa que no es completamente una casa y que parece rodeada de sombra... Ahí aparece un tema, un tema dramático que emana de la representación. No quisiera apresurarme a nombrarlo y definirlo porque la experiencia escénica es tanto más variada, y más interesante que la enunciación. Desde luego, en ´El diario de Carmen´ hay incluso un tema central, pero ese tema deriva de su naturaleza como obra: se trata de un diario, un diario íntimo, una práctica en soledad, a cierta distancia de los hechos. De esa acción surge un tema que podemos nombrar según queramos.

Todos los aspectos artísticos que aparecen en el montaje me resultan igualmente necesarios. No hay acentos deliberados que quiera enfatizar o subrayar. Pienso en el montaje como una simple condensación que resulta del material de trabajo. Montaje es ´dar forma´. Dar forma a una ficción para aludir a imágenes en la mente del público, imágenes que cada espectador construirá con inapreciable intensidad.

(Dicen que una casa moldea a los que viven.) Bueno, en mi obra, la puerta no abre nunca. Prácticamente no hay objetos, apenas dos o tres, y demasiado estilizados. Luego falta el cable del teléfono… En realidad, todo lo que está en escena sirve antes que nada ¡al juego!

Cada obra que hice fue una búsqueda de definir un mundo, de reconocerlo. También, indispensablemente, una intención de vincularme con la gente que irá a verla.

El teatro es una forma de relacionarse. Pienso que cada obra propone un trato particular con el espectador.

No tengo demasiado interés en los procedimientos de mis trabajos anteriores; probablemente por eso no hay otras semejanzas más que mi torpeza o aquellas decisiones que todavía no logro llevar hasta un plano mucho más y más intenso de teatralidad.

Uno, como dramaturgo o director, hace montajes del mundo. La técnica es la manera de organizar el juego. Podríamos decir que el tema del juego también es el mundo, y que todos los argumentos son visiones de mundo.

Y al igual que el diario íntimo, la dramaturgia es un aparato del mundo.” Luis Cano


“El Diario de Carmen” es una puesta en escena que al principio, uno cree que hay que tomar con pinzas, poco a poco se va descubriendo el divertimento en la palabra, el reflejo en el espacio, los caprichos de los personajes, el goce del silencio en la repetición.


“El Diario de Carmen”, escrita y dirigida por Luis Cano, a un principio nos lleva por una verbosidad excesiva cuya métrica crea una musicalidad repetitiva en el texto, después, esa manera de decir las palabras nos conduce a algo mecánico -por llamarlo de alguna manera-, ese efecto mecánico produce una sensación de extrañamiento en las palabras, crea dudas; pero, todo nos señala que hay algo perturbador en el relato.


Lo mecánico de la obra, que en un principio está en el texto se va trasportando a la escenografía, al vestuario, a las luces, a la música de la puesta en escena. Vale decir, que “El Diario de Carmen” es una puesta en escena muy completa para los sentidos; hay mucho equilibrio en cuanto a colores, texturas y movimientos en el espacio; visualmente es una puesta agradable para contemplar; un buen trabajo de escenografía, vestuario y puesta de luces. El espacio está reflejando ciertas características del personaje de Carmen, como si ella y el lugar fueran un solo ser. O si el espacio fuese la página en blanco llena de renglones donde ella está escribiendo en el ahora.


Los personajes de “El Diario de Carmen” juegan desde las contradicciones. Por un lado, está Carmen, quien tiene el placer de estar en ese lugar, el divertimento de jugar con su “invitado”, con las historias, con el dolor de la búsqueda del gato; por el otro lado, Juan, quien constantemente está dudando, explicita más la perturbación, llega a cargar con el peso de Carmen que tiene al parecer con Bianco (el gato). Además, los dos actores en escena dicen las didascalias.


“El Diario de Carmen” hasta el 30 de junio está los JUEVES a las 21:00 en el ElKafka Espacio teatral. Lambaré 866. Reservas al 4862-5439


DESDE EL 2 DE JULIO está los sábados a las 23:00 en NoAvestruz, Humboldt 1857. Reservas al 4862-5439

LOS POLLERUDOS


Un espectáculo del Grupo Los Pollerudos

Dos guapos, Julián y Julián, encerrados en un taller de corte y confección, esperan el momento apropiado para entregarse. El Afuera es incierto y hostil. Obligados a escapar del mundo real, se revela entre ellos una hermandad a través de las mujeres que han compartido; y crean en ese espacio atemporal su propio universo, en donde con el baile, los recuerdos y la confección de sus propios trajes, intentarán ocultar hasta el absurdo la complicidad de un secreto innombrable.

El grupo se reúne con el objetivo de generar un espectáculo teatral utilizando los códigos y la iconografía del tango, que hable de la condición del hombre frente a la mujer, o mejor dicho frente a la ausencia de la mujer. Situación que se da en el tango como en ningún otro universo.

Gerardo Baamonde (actor y acróbata) y Héctor Díaz (bailarin de tango y actor), improvisaron durante más de ocho meses bajo la mirada del director que ofició de dramaturgo, (Sergio D’Angelo) aportando textos y organizando fragmentos. Así se fue revelando una obra que siempre estuvo escrita en el imaginario de los tres, y que resultó ser el cruce y la confluencia de sus fantasmagorías.

Los Pollerudos, es un espectáculo con códigos muy particulares, en donde los textos son aparentemente repetitivos y superficiales, pero dejan entrever la angustia, la soledad y la incapacidad desesperante de estos personajes de una manera irónica y grotesca; en donde el baile es una manera más de crear un mundo ilusorio que les permite engañar a la muerte.


“Los Pollerudos” es una manifestación ecléctica para los sentidos. Hay una propuesta escénica que surge desde el ritmo del relato de la obra. El ritmo provoca la fragmentación en los personajes; creando esas situaciones cortas que irrumpe los diálogos.


“Los Pollerudos” es un trabajo que denota mucho contacto al minimalismo; el espacio encadena una serie de elementos que buscan completar a una mujer que no está presente. Los trajes sombríos de los personajes, que define el carácter, conlleva a la incertidumbre de los hechos, de la apariencia; donde uno de los personajes llamado Julián puede ser culpable como inocente; porque cada Julián va transformándose en el otro Julián.


“Los Pollerudos” está muy bien interpretado por actores de oficio, con las características pequeñas que sazonan a cada uno de los personajes que los distingue. La acrobacia es un aditamento que al relato policial produce efecto que irrumpe en el discurso, dándole así, agilidad.


“Los Pollerudos” está los viernes a las 23:00, en el Portón de Sánchez, Sánchez de Bustamante 1034, reservas al 4863-2848.

FICHA TÉCNICA

Autores: Sergio D’Angelo, Héctor Díaz, Gerardo Baamonde

Actores: Gerardo Baamonde, Héctor Díaz

Coreografía: Héctor Díaz

Prensa: Simkin & Franco

Iluminación, Banda de Sonido y Dirección: Sergio D’Angelo